En la ciudad de Richardson, Texas, hay un salón de belleza que seguramente es de los que más actividad tienen en este pequeño municipio. En él se ofrecen servicios básicos como el corte de pelo para niños, tintes, tratamientos y peinados para ocasiones especiales, entre otros.
Lo interesante de este negocio es que el propietario no es estilista ni peluquero, sino simplemente un empresario originario del Estado de Guerrero, México.
En los los ochenta y noventa, llegaron miles de migrantes a esa pequeña ciudad del norte de Texas, fue precisamente cuando la economía norteamericana crecía y se necesitaba con urgencia mano de obra. Se habían asentado más de 45 mil mexicanos en menos de quince años, por lo que nacieron nuevas necesidades para la comunidad.
El señor Rojas, dueño del salón de belleza Cosmos, vio la oportunidad de proveer este servicio, pero en esa época no contaba con una licencia para cortar el cabello ni mucho menos sabía cómo hacerlo. Sin embargo, tenía decisión, buscó el talento y puso una inversión proveniente del dinero reunido durante algunos años de trabajar en la limpieza de oficinas.